El rol del intérprete en psicoterapia con personas refugiadas

El rol del intérprete en psicoterapia con personas refugiadas

Estos últimos meses en Europa estamos viviendo un drama humano terrible, que es la llegada masiva de refugiados que huyen de la guerra. Además de las necesidades básicas que estas personas necesitan cubrir cuando llegan al nuevo país que les acoge (alimentación, vivienda, escolarización de los niños), surge otro tipo de complicación de tipo emocional: el exilio es vivenciado por la persona refugiada como una pérdida en un sentido psicosocial. Por este motivo, a menudo necesita empezar un proceso terapéutico que le ayude a aceptar su nueva situación para poder rehacer su vida. Una de las primeras complicaciones que pueden surgir son de tipo comunicativo: refugiado y terapeuta no hablan el mismo idioma y se necesita a un intérprete. Ahora bien, ¿cualquier intérprete es adecuado para este tipo de sesiones terapéuticas? ¿Cómo puede afectar el proceso la actitud que adopte el intérprete? ¿Hasta qué punto se debe implicar?

En primer lugar, terapeuta e intérprete deben tener una actitud de colaboración mutua. En cuanto al intérprete, tiene que conocer la problemática de la situación (en este caso la guerra en Oriente Medio y el proceso de exilio), saber cuál es el objetivo del trabajo psicoterapéutico con refugiados y conocer conceptos generales de psicología (psicología individual, de grupo, social, etc.). Además, antes de empezar, debe plantearse una serie de preguntas, como por ejemplo qué punto de equilibrio quiere mantener entre el acercamiento y la distancia respecto a la persona refugiada, o cuáles son sus motivaciones para ejercer de intérprete (¿exclusivamente económicas, profesionales, ideológicas, personales o quizás una combinación de todas ellas?). Una reflexión de este tipo le ayudará en la elaboración de los sentimientos que el trabajo como intérprete inevitablemente le provocará.

Uno de los puntos más delicados de la situación es la profunda afectación emocional que el intérprete puede tener debido a la historia personal que hay detrás de la persona refugiada a quien traduce. Es muy complicado decir cuál es la reacción más adecuada a esta cuestión, pero en cualquier caso es básico tener siempre presente el objetivo final de la situación terapéutica, así como darse la posibilidad de elaborar los sentimientos que el intérprete sienta. Existe el riesgo que ante esta situación el psicoterapeuta sea desplazado de la escena. Para evitarlo, el intérprete ha de conseguir encontrar el punto de equilibrio adecuado para que la relación psicoterapeuta-paciente no se vea alterada o distorsionada.

Como vemos, es fácil que surjan problemas en el proceso terapéutico con uso de intérprete, como podría ser la desconfianza del refugiado-paciente. Otra complicación podría ser el mal uso del «poder» que tiene el intérprete debido al conocimiento superior respecto a las otras dos personas (conoce las dos lenguas y culturas, y puede caer en el error de hacer interpretaciones no adecuadas o transferencias de sus sentimientos que alteren el discurso de la persona refugiada).

Para resolver todas estas cuestiones y que el proceso terapéutico tenga éxito, hay que volver al punto inicial: la relación entre el psicoterapeuta y el intérprete debe ser de máxima colaboración. ¿Cómo? El psicoterapeuta tiene que entregar/compartir parte de su saber y poder, y hacer partícipe al intérprete de conocimientos y algunos mecanismos psicoterapéuticos relevantes y fundamentales. Y viceversa: el intérprete tiene que entregar parte de su saber y conocimiento sobre los códigos y símbolos éticos, morales y culturales que sean importantes para entender el universo del refugiado-paciente.

Como es evidente que el rol del intérprete no se reduce a una simple traducción, sería más que recomendable que los intérpretes que trabajan con refugiados realizaran previamente una formación especial para abordar este tipo de tareas.

(Fuente: Julio González, «El modelo de trabajo de CEPAR: una práctica transcultural», Seminario TORTURA: Aspectos Médicos, Psicológicos y Sociales. Prevención y Tratamiento, Chile 1989.)

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Pura Serena i Barrobés administrator